Las lluvias llegaron y trajeron alivio a los cultivos, pero la rentabilidad está a la baja. “Falta mucho para asegurar como terminará la campaña 23/24 de soja y de maíz, y para indicar un valor de rentabilidad para los cultivos. La rentabilidad está determinada básicamente por rindes, precios, y costos, y las tres variables aún no están definidas”, dijeron Daniela Pérez, Virginia Paredes y Graciela Rodríguez, de la sección Economía y Estadísticas del Programa Granos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc). Las técnicas realizaron un análisis sobre la rentabilidad de la soja y del maíz.
Indicaron que en condiciones normales, la cosecha de soja y de maíz en Tucumán se extenderá desde fines de marzo hasta fines de julio; y los rendimientos quedarán definidos una vez que los granos ingresen al almacenamiento. “Al momento, el estado de los cultivos en la provincia es variable. Las lluvias recientes trajeron alivio, y en general una mejora en el desarrollo de estos. En el caso del maíz la situación es más compleja, debido a la presencia de la chicharrita (Dalbulus maidis), que en algunos casos provocó el abandono de lotes con este cultivo -en especial, en el sur de la provincia-”, señalaron.
Precisaron que en las zonas con importante presencia de chicharita se pueden haber realizado cinco y seis aplicaciones con un gasto del orden de los U$S 35 a U$S 40 por hectárea, solo en productos. “Por el momento la expectativa en cuanto a rindes es que alcance la media de la década en la zona: 2,6 toneladas por hectárea (t/ha) en soja y 6,4 t/ha en maíz”, dijeron.
Señalaron que los precios vienen en picada. Contaron que los Futuros pactados durante esta semana en Rosario, considerando las posiciones abril/mayo para soja y julio/setiembre para maíz -época estimada de cosecha- rondan los U$S 279 a U$S 282 la tonelada y los U$S 155 a U$S 160 la tonelada, en soja y maíz, respectivamente. Comparando con los precios registrados al momento de la cosecha 2023, la caída es del orden de un 38% en soja y de un 12% en maíz.
“En lo que respecta a los costos, como bien sabemos estos varían -para un mismo cultivo, de un productor a otro-, las diferencias radican en que los campos presentan distintas condiciones edafoclimáticas, historial de los lotes y gestión empresarial (forma de compra, pago de insumos, servicios y tareas)”, dijeron. Añadieron que hay una diferencia entre las empresas que tienen la posibilidad y la mecánica de comprar sus insumos y quienes necesitan de la cosecha para pagar sus compromisos: “La evolución de la comercialización, además de la dinámica del dólar, queda supeditada a esta condición”.
Explicaron que para estos cálculos tomaron como referencia planteos técnicos que surgieron de la encuesta de fin de campaña 2022/23 realizada por la sección Economía de la Eeaoc, y asumieron una serie de supuestos, ya que aún resta definir costos importantes como los de cosecha, comercialización y también protección de cultivos (plagas o enfermedades de fin de ciclo).
Según la problemática y la tecnología considerada, precisaron el gasto desde el barbecho a la cosecha se ubicaría en un rango de U$S 290 a U$S 440 por hectárea para la soja; y de U$S 370 a U$S 590 por hectárea para el maíz. “Hay que tener en cuenta que al gasto de barbecho a cosecha se suman, el de administración y estructura, que podría rondar los U$S 90 a los U$S 120 por hectárea; y el de arriendo, cuyo monto es un acuerdo entre partes.
Con este escenario de costos y de precios, para quien produce en campo propio los rindes de indiferencia (cantidad de grano que necesita el productor para pagar los costos) se ubicarían entre 1,7 y 2,3 t/ha para la soja y entre 4,2 y 6,2 t/ha para el maíz. “Estos valores indican una situación muy complicada y de números en rojo aun en campo propio y si la expectativa de rindes no supera los valores promedios de 2,6 t/ha para soja y 6,4 t/ha para maíz”, advirtieron.